Por Nonantzin Martínez
Más allá de ser un «accesorio tranquilizante» del bebé, el chupón tiene una función muy clara: reducir el riesgo del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (fallecimiento repentino, inesperado e inexplicable de un bebé de menos de un año), pues aunque no se sabe exactamente cuál es su mecanismo de acción, se cree que la succión ayuda a mantener libres las vías respiratoria y evitar que el bebé caiga en un sueño profundo.
Es recomendado por la Academia Americana de Pediatría, pero con la indicación de que se le de al niño sólo al momento de dormir, por la noche, y en las siestas. Idealmente se debe ofrecer en las primeras semanas de vida, cuando el riesgo de Síndrome de Muerte Súbita del Lactante es mayor.
La Asociación Española de Pediatría señala que los hábitos de succión no nutritiva, es decir, el uso del chupón, constituyen una actividad fisiológica durante los primeros meses de vida del niño, pero si se mantienen pueden afectar el desarrollo y acomodo de los dientes, por eso se recomienda que se retire al año de edad.
También se ha visto un aumento en maloclusiones (mal alineamiento de los dientes) debido al uso prolongado del chupón. Otro riesgo es el desarrollo de otitis media, por eso se debe limitar su uso.
Si el uso que le das al chupón es por su efecto tranquilizante, es mejor que busques alternativas para calmar al bebé, por que después suele ser complicado quitarlo. El Dr. David Vargas, pediatra del Hospital Infantil Privado, de la Ciudad de México, dice que puede quitarse progresivamente, mientras está de viajen, negociando con el niño si ya es más grande o “de un jalón”.
