Por Carla Pérez Martínez. Doctora en Psicología Perinatal y Psicoterapeuta para Adultos en @psicologa.carlaperez
La infertilidad representa una crisis vital y trae consigo diversas dificultades emocionales para las parejas.
Tras el diagnóstico de no poder conseguir un embarazo y la necesidad de realizar tratamientos de reproducción, no es raro que las parejas empiecen a tener problemas con su sexualidad, con su autoestima y con su relación en general.
No lograr el embarazo es una situación angustiante y cada uno lo experimenta de manera distinta, dependiendo de los recursos emocionales con los que cuente, así como el apoyo del entorno. Sin embargo, la mayoría de las veces, la infertilidad suele vivirse en silencio y en soledad, debido a la falta de comprensión y empatía.
La OMS la define como la imposibilidad de conseguir un embarazo después de 12 meses o más de relaciones sexuales habituales sin protección. Afecta aproximadamente a 1 de cada 7 parejas.
En muchas ocasiones, la pareja tiene que lidiar con comentarios del entorno que, aunque no tienen la intención de lastimar, sí que invalidan la experiencia de la infertilidad. Por ejemplo, algunas personas piensan que es cuestión de relajarse, de no obsesionarse, de irse de vacaciones, que ya llegará… Pero, ¿cómo no preocuparse si es nuestro cuerpo el que falla, si la maternidad/paternidad deseada no llega?
Actualmente se conoce que el estrés no causa la infertilidad, sino al revés. Es decir, el hecho de no lograr un embarazo y someterse a los tratamientos de reproducción asistida pueden generar mucha incertidumbre, angustia y sensación de pérdida de control sobre el propio cuerpo, sobre la posibilidad de tener descendencia y sobre la relación de pareja, incluyendo la sexualidad.
¿Cómo sobrellevarlo?
Es importante recordar que las dificultades reproductivas son de la pareja y no solo de una persona. Por tanto, es necesario que ambos acudan a las consultas médicas y psicológicas y se examinen en conjunto. Esto permitirá informarse, tomar decisiones y establecer límites claros desde el principio. Por ejemplo, decidir qué tipo de tratamiento desean (como inseminación artificial o fecundación in vitro) y definir a cuántos ciclos están dispuestos a someterse, así como cuánto tiempo y dinero pueden y desean invertir en estos procesos.
Por todo lo anterior, se vuelve fundamental contar con un espacio de escucha empática, libre de juicios, donde pueda encontrarse contención y comprensión sobre la experiencia de infertilidad.
El acompañamiento psicológico ante dificultades reproductivas permitirá una mejor gestión emocional y afrontar la incertidumbre y el dolor que la infertilidad conlleva. No dudes en buscar apoyo profesional.
Recuerda que cada cuerpo es único y responde de manera distinta ante los tratamientos. Además, cada persona tiene su propio proceso en la aceptación y el afrontamiento de esta crisis vital. Si estás pasando por esta experiencia, te recomiendo el libro In vitro, de Isabel Zapata, para entender mejor el proceso físico y emocional de las dificultades reproductivas.