Cuatro mexicanas, mamás y profesionistas, comparten sus voces este 8 de marzo. Ellas, como tú y como nosotras, están buscando construir un futuro más justo y equitativo para las nuevas generaciones.
Carla Pérez Martínez, 34 años, psicoterapeuta, Dra. en Psicología Perinatal, mamá de Estela, de 4 meses.
Para mí, el Día Internacional de la Mujer tiene un significado reivindicativo, es decir, de lucha por todos los derechos que, como mujeres, se nos han negado o arrebatado, como el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, a elegir nuestras maternidades y a vivir una vida libre de violencias y sin miedos.
Una de mis principales metas en esta post pandemia es poder continuar acompañando a mujeres, alrededor del mundo, en los procesos terapéuticos en su búsqueda de libertad emocional. Esta meta profesional necesita ser compatible con mi reciente maternidad; por eso, uno de mis sueños hoy día es poder encontrar la conciliación entre mi trabajo como psicoterapeuta y la crianza de mi hija.
“El impacto de conmemorar el 8 de marzo ya lo estamos viendo y será mayor para las nuevas generaciones”.
Este es un día para denunciar las violencias que sufrimos, para sentirnos menos solas y, también, para seguir luchando por los derechos de todas.



Carol Perelman, 45 años, divulgadora de la ciencia, Química Farmacéutica Bióloga, mamá de Daniela, de 21 años; de Andrea, de 20; de Karla, de 18; y de Alejandro, de 16.
Para mí, marcar un día de los 365 días del año como Día Internacional de la Mujer, es esencial para abrir el espacio de reflexión: qué hemos hecho bien y qué falta. Pero más allá de ello, entender el por qué hemos requerido un día así. La ONU ha establecido a la equidad de género como quinto objetivo de desarrollo sostenible hacia el 2030. Las mujeres somos el 50% de la población mundial y, sin embargo, tenemos que luchar día a día por las mismas oportunidades que tiene el sexo opuesto.
“Hay que dejar de ignorar el hecho de que siguen existiendo barreras históricamente impuestas por paradigmas obsoletos, las cuales, entre todos, mujeres y hombres, debemos decidir derribar”.
Por eso, como mamá, hablo de este día con mis tres hijas y con mi hijo. Como esposa, lo visibilizo con mi marido; y como divulgadora de la ciencia, lo enfatizo como esencial para que la sociedad siga avanzando en armonía con el planeta, en beneficio de todas las especies que lo habitamos. Para lograrlo se requiere una labor conjunta, enriquecida por los enfoques de hombres, mujeres, niñas y niños. Dejar marginado a un segmento va en detrimento de la misma sociedad.
Durante la pandemia, me comprometí a acercar la evidencia científica a las personas, a tratar de disminuir sus riesgos (de contagio por COVID-19), fomentar su seguridad y proveerles de las herramientas para que tomaran las mejores decisiones. Como mujer divulgadora de la ciencia, no puedo disasociarme de mi rol de mamá de 4 niños, por eso escribí, desde marzo de 2020, el cuento Coronesio, Covidín y los secretos de lo invisible. Ahora, gracias a la vacunación, estamos en una etapa pandémica distinta, pero sigo con mi misión de hacer la ciencia accesible, de democratizarla, porque es de todos y para todos, así que, con ello en mente, sigo promoviéndola en mis redes todos los días, dando charlas, haciendo podcasts, haciendo investigación científica, desarrollando jardines de la ciencia, museos al aire libre. Esta labor es como una trenza, y como mamás conocemos, en carne propia, que nuestro abanico de funciones se fusiona de forma natural, enriqueciendo así todos los aspectos de nuestra vida.
Es fundamental conmemorar el Día Internacional de la Mujer, y espero, eventualmente, poder celebrar un día así, ya que se convierte en un espacio para tener conversaciones, justamente como esta, que no solo deben ser entre mujeres, porque difícilmente trascenderían más allá de nuestras ilusiones. Necesitamos abrir el diálogo con el sexo opuesto, con los hombres, papás, abuelos, hijos, porque muchas veces son ellos quienes imponen los caminos.
Como mujeres y niñas debemos hacer equipos, trazar nuestros caminos, no necesariamente los históricamente avalados, que fueron diseñados por y para hombres. Tenemos que poder explorar nuevas rutas al éxito que sean compatibles con nuestros deseos personales, englobando las necesidad como mujer. Claro que se puede ser compatible ser mamá y científica a la vez, pero debemos diseñar nuestras escaleras a la medida y atrevernos a escalarlas.



Miriana Moro, comunicóloga, mamá de Leonor, de 9 años, y de Cora, de 6 meses.
El Día Internacional de la Mujer es un buen momento para detenernos y preguntarnos qué significa ser mujer. Para mí significa regresar al centro y hacerme preguntas importantes. Detener la vorágine del trabajo, de la vida diaria, del tráfico y hacerse preguntas importantes que no solo impactan a las mujeres sino a toda la sociedad. Si las mujeres estamos bien, la sociedad está bien.
Mi contexto está lleno de mujeres. Paso la mayor parte del día con mi esposo, pero todas nuestras hijas son mujeres. Con mi primera hija, que ahora tiene 9 años, toco estos temas: por qué las mujeres tienen luchas activas, por qué y para qué se dieron luchas en otros momentos. Considero importante tener conversaciones con mi familia y con mi esposo.
Siempre he creído que tiene mucho impacto hablar de temas como el Día Internacional de la Mujer y abrir las conversaciones. Hay distintas formas de expresarlo: unas lo hacemos desde casa, hablándolo en el comedor, en el trayecto del carro, teniendo discusiones de por qué y para qué. Otras las tienen en las calles, gritando y marchando, rompiendo cosas, rayando paredes. Para mí están bien todas.
En algún momento he marchado, sola y con mi hija, y ahora ya no, y no es que haya dejado el movimiento, pero no somos la misma mujer toda la vida, así que ahora lo vivo de otra forma. Creo que se impacta desde las diferentes zonas, círculos y tipos de mujer que eres.
“Yo apoyo a los movimientos que se expresan hoy. Muchas veces se critica cómo alzamos la voz, cuando se queman o rompen cosas. Yo no lo hago, no lo haría, pero creo que naturalmente han sido tantos años de opresión, de machismo, de inequidad, que se tiene que ir hacia el otro extremo”.
A veces nos ponemos extremas en ciertos movimientos y peticiones, pero creo que para estar en el medio debemos irnos al extremo. Me encantaría ver que lleguemos a un punto medio, en el que haya equidad: mismos derechos, mismas oportunidades, mismas atenciones, mismos salarios, que sean un terreno parejo, que se considere lo que la mujer necesita y lo que el hombre necesita. No hablo de igualdad, porque hombres y mujeres no somos iguales.
Esta época post pandemia la vivo como un tiempo para renacer, para reconstruirme con los pedazos de lo que éramos, de lo que queremos ser y de lo que podemos ser. Estoy creando a esta nueva persona, que anhelo que sea mejor que la anterior, como individuo, mujer, profesionista y mamá.



Edna Lugo, 49 años, comunicóloga, socia directora en Insight Comunicación. Mamá de Uriel, de 20 años.
Considero que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer es un buen recordatorio sobre las tantas desigualdades e inequidades que vivimos las mujeres hoy en día. En las últimas décadas ha habido grandes avances que nos han permitido conquistar un mejor lugar en la sociedad, pero aún estamos lejos de decir que el mundo se ve desde el mismo piso para todos. Debe ser una lucha permanente, no sólo del 8 de marzo. Darle visibilidad a este día se hace imprescindible.
“En años pasados he participado en las marchas que se han organizado. Ha sido una experiencia muy gratificante hacerlo acompañada de mujeres que son parte de mi vida, pero lo más poderoso ha sido sentir la solidaridad y una misma voz entre la diversidad de mujeres que participan”.
Como mujer, tengo la meta de disfrutar cada instante y oportunidad que me presente la vida. No me quiero quedar con ganas de nada, quiero ejercer siempre mi libertad, mi derecho de voz, tomar mis decisiones y dirigir mi vida a donde mi instinto y voluntad me lleven.
Como profesionista, amo lo que hago, siempre he disfrutado mucho vivir de mi carrera de comunicóloga, pero estoy en un punto en el que deseo reinventarme, aunque aún estoy en el proceso de definirlo y darle estructura a esta reinvención.
El de mamá es el rol más demandante, pero también el más satisfactorio de todos. Mi hijo es ya un joven universitario. Esos primeros sueños, cuando aún estaba en mis brazos, ya se han cumplido; ahora hago míos sus sueños y sus metas.
Estas nuevas generaciones vienen decididas a ganar terreno, a exigir justicia, a no conformarse con menos porque se saben merecedoras, y veo que están más empoderadas, viven con menos culpa y también con más libertad que nuestra generación o la de nuestras mamás y abuelas.
Me alegra ver que el 8M está plagado de jóvenes, que no son apáticas ni indiferentes, saben que ahora les toca dar forma a la sociedad en la que quieren vivir.


