Por Carla Pérez Martínez, Doctora en Psicología Perinatal y Psicoterapeuta para Adultos en @psicologa.carlaperez
Soy mamá, ¿y ahora? Seguramente has escuchado la frase “cuando nace un bebé, nace una mamá”, y a veces lleva semanas, incluso meses, para reconocernos a nosotras mismas después de haber parido.
Desde el embarazo se presentan cambios en nuestro cuerpo y también en nuestra mente, que nos preparan para ser mamás y cuidar del ser que viene en camino. En ese proceso, y sobre todo a partir del nacimiento de nuestra hija/o, nos transformamos en una persona nueva: cambian nuestras prioridades, el estilo de vida, incluso a veces necesitamos mudarnos a un espacio más grande. Todo lo que conocemos hasta ahora cambia.
En este camino es fácil perdernos, confundirnos y fundirnos con las necesidades y las demandas de nuestro pequeño, de la casa y la familia. Además, se nos ha hecho creer que debemos poder con todo y hacerlo de buen humor, sin quejarnos. El nivel de exigencia que sentimos las madres por parte del entorno y por nosotras mismas lleva al agotamiento, la frustración y a sentirnos invisibles.
¿Por qué es necesario parar y dedicar tiempo para ti?
Contar con un tiempo para ti misma te permitirá conectar con aquello que te gusta, que disfrutas y te llena como mujer. Es tener un espacio físico y mental dedicado a ti, a tus propios proyectos y metas.
Cuando estos tiempos no existen o son muy limitados, tu bienestar emocional puede verse afectado, al igual que la relación de pareja y tu satisfacción con la crianza.
Si has pasado mucho tiempo dedicada a los demás (hijos, casa, familia) sin un espacio para ti, es normal que te sientas desgastada y presentes:
- Mayor irritabilidad. Te enojas más fácilmente.
- Tus energías están centradas solo en tu rol como mamá, dejando a un lado tus propias necesidades, cuidados y deseos.
- Descuidas tu salud física y mental. Hay mayor riesgo de presentar depresión o ansiedad postparto o alguna otra enfermedad.
- Empiezas a aislarte, a sentirte sola e incomprendida.
- Hace mucho que dejaste de hacer cosas que te gustan, que disfrutas y te llenan emocionalmente, o las ves como “perder el tiempo”.
- Te cuesta sentir que tienes derecho al descanso.
¿Cómo logro tener un espacio para mí?
- En primer lugar es necesario empezar a conocerte a ti misma nuevamente, a explorar qué es lo que te gusta, qué te hace feliz ahora en esta etapa. Tal vez necesites recordar cuáles eran tus pasatiempos antes de convertirte en mamá, cuáles eran tus metas y sueños, y cómo puedes integrarlos a tu rutina actual.
- Date prioridad. Ten presente que tú también importas.
- Ponte metas pequeñas, realistas y alcanzables de acuerdo a tu situación actual. La auto-exigencia y el perfeccionismo suelen bloquearnos o detenernos al intentar rutinas distintas. Empieza por un pequeño logro. Puedes empezar con 15 minutos al día a pensar en lo que deseas para ti, en tus proyectos.
- Pon límites y delega responsabilidades. La crianza es demandante y el trabajo en casa nunca se acaba, es necesario que todos los que viven bajo el mismo techo cooperen con actividades diarias, y definas límites para ti.
- Identifica tu red de apoyo, es decir, aquellas personas en quienes confías y pide ayuda.
Crear un espacio para ti es más complejo que solo decidirse a hacerlo. Dependerá de la red de apoyo con la que cuentes para la crianza y la maternidad.
Habla con tu pareja para que ambos asuman la responsabilidad que los hijos exigen, hagan los cambios necesarios. Pide ayuda a otros miembros de tu familia, amistades y profesionales. Recuerda que la crianza necesita ser colectiva.
Por último, ten presente que no eres mala madre por desear tiempo para ti, sin tus hijos. Tampoco significa que no los quieras. Todos necesitamos un espacio propio.
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