Llega el Día del Padre y con ello la oportunidad de poner sobre la mesa el tema de la paternidad y el peso que tiene en la sociedad mexicana. Por eso, tenemos que hablar de paternidad y de sus nuevos caminos. Para muchos, la representación del «padre mexicano» es la de una figura de autoridad, que es temido y que se muestra ausente pero, al mismo tiempo, anhelado. No obstante, las nuevas generaciones de padres se encuentran en una transición entre este tipo de paternidad y una más presencial y consciente, lo que significa un reto mayor, «pues se están abriendo paso a nuevas experiencias, en las que aprenderán por medio de ensayo y error, pero con el interés de participar activamente en la crianza de sus hijos», nos dice la psicoterapeuta y educadora sexual Priscila Tirado Navarro.

En este proceso, señala la especialista, la mamá puede ser de gran apoyo para que él sea capaz de acercarse más a sus hijos: «en la medida que la madre promueve el acercamiento, el cuidado y el interés para que el padre entre a ejercer sus funciones, él sentirá mayor confianza y un rol más activo en la crianza de sus hijos».
Es tiempo de acabar con esas creencias de que a la madre le corresponde actuar en la primera infancia de sus hijos, mientras que el padre tiene que entrar en la adolescencia, como autoridad, pues ambos pueden tener un papel significativo y determinante en cada etapa del desarrollo de sus hijos: «así como se reconoce el impacto que tiene la madre en el desarrollo de los hijos, se debe destacar el papel que tiene el padre, pues el trabajo colaborativo entre ambos asegurará que la identidad, la salud emocional y mental de sus hijos sea mucho más sólida«.
Y no podemos que estar más que de acuerdo con esta reflexión que hace la especialista, pues este es el camino que necesitamos en la construcción de sociedades más sanas. No olvidemos que la figura paterna es importantísima en la crianza y cuidado de los hijos, pues esta relación promueve el desarrollo psicológico, emocional y social del niño y, al mismo tiempo, el del propio padre.

¿Y qué dicen los papás mexicanos que están viviendo estos nuevos modelos de paternidad? Platicamos con siete para conocer cómo la viven y qué significa para ellos este importante rol de vida. Esto fue lo que nos dijeron:
Christian, 42 años, abogado y conductor del programa Crónica Judicial. Papá de Fátima de 9 meses.
«Ser papá significa construir un vínculo inquebrantable con mi hija, de la mano de mi esposa. Es inculcarle valores para que sea una mujer fuerte, segura, inteligente, independiente y amada. Es tener la oportunidad de dejar un legado, el mayor que yo pueda dejar, para que esta personita sea una mujer que sepa amar, esforzarse, luchar, investigar, levantarse, triunfar, equivocarse y corregir sus errores, entre otras experiencias.
La paternidad es compartir el amor, uno distinto y tan hermoso, como nunca antes lo había experimentado. ¡Será el primer Día del Padre que reciba un beso de mi hija!, y eso será lo que llene de alegría mi ser: me sentiré el papá más dichoso del mundo. Este día será diferente a cualquier otro día en mi vida. Este día iniciará como ningún otro. Este día disfrutaré una sensación que nunca he vivido».
Fernando, 43 años, diseñador gráfico. Papá de Iker, de 6.
«Para mí, ser padre significa ser un guía para que mi hijo llegue a ser la mejor persona posible en su vida. Siempre me encargaré de que nunca le falte nada, pues él es la parte que le da sentido a mi vida y la más grande felicidad que he podido experimentar.
La paternidad la vivo compartiendo al máximo sus logros y su crecimiento espiritual, creativo e intelectual. No podría estar más que agradecido por ser papá del ser más hermoso e increíble que he podido conocer».
José, 43 años, abogado y asesor profesional de seguros de vida. Papá de José Emiliano, de 14, y de Santiago, de 13.
«Ser padre es la mejor profesión del mundo. Sabes que en algún momento de la vida se puede dar la dicha de la paternidad, pero no estás preparado para ello. Es una alegría impresionante pero, a la vez, es una angustia cuando llegan los momentos de ver a tus hijos enfermos o con preocupaciones. Es un reto titánico, porque eres el héroe de la casa y no tienes opción de fallar.
Soy un hombre feliz por tener dos grandes hijos, sin importar si son los más inteligentes de la escuela, si son los más ordenados y cariñosos; eso no es relevante. Se ama inmensamente por el solo hecho de tenerlos a tu lado, y no saben lo orgulloso que me siento cuando me llaman ¡papá!».

Alejandro, 38 años, publicista. Papá de Dani, de 9.
«Ser padre es la mayor responsabilidad que uno puede tener pero, a su vez, la mayor alegría. Ver que mi hijo se convierte en un gran ser humano con el paso del tiempo hace mi vida mejor en todos los sentidos. Al descubrir cómo desarrolla su sentido del humor, cómo se emociona con sus triunfos personales y cómo se desenvuelve con los demás, puedo ver reflejado el esfuerzo de todos los días, y eso me llena de un amor incondicional».
Iván, arquitecto, 46 años. Papá de Sergio Iván, de 11.
«La paternidad para mí es lo mas hermoso que Dios y la vida me han dado, la cual viene acompañada de una gran responsabilidad y compromiso pleno y absoluto. Desde ponerles un nombre, velar sueños y enfermedades, conseguir una buena escuela, apoyarlos en sus propios deseos y anhelos, verlos crecer y caer, ayudándolos a levantarse, hasta ser parte de sus más íntimos secretos para entonces poder darles el mejor consejo posible.
Llevo a cabo la paternidad con todo mi amor y mi mejor vibra, con mi más grande paciencia y entendimiento. Considero que el mejor acercamiento con los hijos es la empatía, entendimiento y la plática, aunque en muchas situaciones sea difícil, se debe de llegar a esa combinación, y esto va de la mano con el estar, convivir, jugar, platicar, reír, llorar, tener actividades juntos, para la figura paterna sea real y de calidad».
Javier, 36 años, dependiente de gobierno. Papá de Andrea, de 14; Bárbara, de 12; Camila, de 4; y Demian, de 4 meses.
«La paternidad fue un cambio radical en mi vida, pues me convertí en papá a los 22 años sin una madurez para serlo y sin una idea precisa de lo que es la vida. A partir de la paternidad le encontré sentido a muchas cosas. Tomé la responsabilidad y la he disfrutado mucho. Aunque es compleja, la paternidad siempre me permite enseñar y aprender, porque siempre se quiere dar lo mejor para los hijos.
La paternidad también te permite ser mejor, te obliga a serlo porque tienes a tus pequeños jueces que te cuestionarán «¿por qué lo hiciste?». Busco ser responsable porque tienen mi ejemplo; busco estar pendiente de lo que ven, de lo que escuchan, siempre alerta de las redes sociales, porque no puedo prohibirles pero sí supervisarlos; busco tener un ambiente familiar amable, ligero y divertido: siempre hay que ser un padre muy padre. Esto apenas comienza y sé que cada día será mejor.
Juan Fernando Zamudio, médico endocrinólogo. Papá de Fernanda, de 15 años, y de José Juan, de 13.
Para mí, ser padre implica una gran responsabilidad en la integridad económica y funcional de la casa y la familia. En nuestra casa, esa responsabilidad la tenemos bien distribuida. El mayor ingreso lo tiene mi esposa y la administración la llevo yo. Las labores domésticas son de todos. Mi esposa cocina, yo lavo la ropa, mis hijos barren y trapean y todos lavamos los trastes. Mi mayor interés es fomentar en mis hijos este sentido de responsabilidad para su vida futura.
Mi paternidad la vivo siendo cercano a mis hijos. Afortunadamente tengo todas las tardes libres, al igual que mi esposa, para convivir con ellos. Me encanta percatarme de la intensidad con la que viven su vida. Me encanta también que tengan la confianza de platicarme su vida, sus emociones, sus relaciones amistosas y amorosas, riñas, pleitos, reconciliaciones, etc. Me siento afortunado por tenerlos cerca, por sentirlos cerca y por vivirlos cerca».