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Enero ya viene

El fin e inicio de un nuevo año no solo significa mirar hacia el futuro; también es una oportunidad para reflexionar sobre los fracasos, porque lo que pasó no se deja completamente atrás.

Por Claudia Rodríguez Acosta, psicoanalista

En honor a Jano, “dios de las dos caras”, es que lleva su nombre el mes de enero. Jano es el dios de las transformaciones, simboliza la evolución, los umbrales; y sus dos caras le permiten mirar hacia adelante y hacia atrás. 

La transición entre el año viejo y el nuevo está llena de significados e ideales. Una de las ideas comunes es que el fin de año es un tiempo de reflexión, perdón, paz y reencuentros; sin embargo, en la vida real las cosas son mucho más complejas. 

La imagen del dios Jano hace evidente que pasado, presente y futuro forman un continuum, lo que está por venir tiene relación con lo que ya pasó, y lo que ya pasó no necesariamente se deja completamente atrás. Lo que ha dolido no por ser diciembre dejará de doler; la convivencia difícil con algunas personas no se volverá fácil mágicamente; el malestar no desaparecerá solo por cambiar de año. 


Podríamos reformular el significado de estas fechas y tomar este tiempo como un tiempo para reflexionar sobre lo que ha sido nuestra vida, sobre los logros, pero también sobre los fracasos que no por cambiar de año se borrarán. 


El fin de año nos pone de frente a las dos caras de Jano, una que mira hacia el futuro y que podríamos pensar como los proyectos, los anhelos y deseos; y otra cara que nos recuerda que lo vivido ha dejado huellas. En esta ocasión pondré especial énfasis en esa cara mirando hacia el pasado, esa mirada es de la que a veces nadie quiere saber pero, a su vez, es la que nos ayuda a darle sentido al presente y, sobre todo, a no repetir una y otra vez situaciones dolorosas.


El fin de año es un buen momento no solo para mirar hacia lo nuevo, sino para pensar en aquello viejo que ya no queremos repetir. 


Para poder reformular proyectos es fundamental pensar en los fracasos: ¿Por qué las cosas no salieron como lo esperábamos? ¿Qué situaciones incómodas o dolorosas se repiten una y otra vez aunque hagamos todo por evitarlo?

¿Cómo poder digerir esas partes del pasado que provocan tanto malestar? ¿Qué se puede cambiar, qué no y qué se hace con lo que no? 


Solamente teniendo presente lo pasado es como podemos construir caminos nuevos y diferentes en el futuro. Jano es la puerta hacia la evolución, es la mirada hacia el futuro y hacia lo nuevo, pero también es el rostro que mantiene los lazos con lo que fuimos y con nuestra historia. 

Claudia Rodríguez Acosta es Licenciada en Psicología por la Universidad Iberoamericana y Maestra en Psicoterapia General por la Asociación Psicoanalítica Mexicana. Es docente a nivel medio y superior y ejerce psicoterapia psicoanalítica en consulta particular en Ciudad de México, así como por Skype para pacientes que residen en el extranjero.

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