¿Has notado que tu pequeño tiene un estado de ánimo negativo o ansiedad? ¿Ya no come igual o se muestra muy explosivo? Mantente atento, pueden ser indicios de depresión.
Al hablar de depresión tenemos que pensar que es un trastorno que pueden padecer nuestros niños y niñas –incluso desde la etapa preescolar– y no solamente los adultos. Aunque las manifestaciones no necesariamente son las mismas, los más chiquitos de la casa también pueden ser diagnosticados con este padecimiento (se calcula que entre el 2 y 3% de la población infantil a podría tener depresión).
En tiempos recientes, la pandemia puso en evidencia que la salud mental de nuestros pequeños también puede verse afectada y que necesita atención.
El Dr. Juan Carlos García Beristain, Neurólogo Pediatra del Hospital Infantil de Mexico Federico Gómez, nos explica que la depresión es un trastorno del estado de ánimo con manifestaciones como tristeza, pérdida de interés o ansiedad, aunque los signos dependen de la edad de quien lo presenta (incluso entre la infancia y la adolescencia, los signos pueden ser distintos).
¿Y qué es exactamente el estado de ánimo? El especialista detalla que es “cómo me siento ahora y cómo me siento el resto del día y de los días, cómo me desempeño, con qué entusiasmo lo hago y qué tanta atención le pongo a las cosas que hago”. En la depresión, no hay un buen estado de ánimo para hacer las cosas que normalmente se realizan, lo que afecta el curso normal de la vida, ya que el niño o adulto que la padece se queda sumergido en sus comportamientos y no puede salir adelante.
“Estar triste no significa estar deprimido”, enfatiza el Dr. García Beristain, pues la tristeza es algo inherente a nuestras emociones y es transitoria, ya que hay eventos que vuelven a ponernos de buen humor, pero cuando se tiene depresión, no. Y si la depresión no es tratada, podrían aparecer situaciones que ponen en riesgo la integridad.
Debemos estar atentos a las señales
En la infancia, es muy fácil que la depresión pase desapercibida. A veces se piensa que por la edad del niño o del adolescente ‘es normal’ tener ciertos comportamientos. No obstante, si dichos comportamientos se empiezan a volver crónicos y no hay cambios, algo puede estar pasando en el menor.
De acuerdo con el Dr. García Beristain, las manifestaciones de este trastorno pueden clasificarse así:
En menores de 6-7 años. Se muestran irritables, enojados, distraídos, explosivos, tienen problemas para dormir y para comer. Aparecen como situaciones que no te explicas, como “una bomba que está cayendo de la nada”.
En mayores de 7 años. Sus esferas sociales van cambiando y ya son más extensas, por eso sus manifestaciones pueden ser un rendimiento escolar bajo (que aparece de forma repentina), desánimo, pocas o nulas ganas de hacer las cosas, cambios en la forma de comer y tristeza. Las maestras y psicólogas escolares suelen notar estos cambios y pueden sugerir a los padres que quizás el pequeño tenga Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), por ejemplo (y es común encontrar depresión cuando se tiene TDAH).
Adolescentes. En ellos es más evidente la tristeza, se sienten muy desanimados, tienen mayores problemas para poder comer y dormir, presentan llanto fácil y no se consuelan con nada.
“Un preescolar no te va a decir que se siente fatal porque la tristeza lo invade. En cambio, puede presentar datos de ansiedad cuando está deprimido”.
Dr. Juan Carlos García Beristain, Neurólogo Pediatra.
¿Mi hijo tiene depresión?
Independientemente de la edad, es importante poner atención si aparece alguno de los síntomas antes mencionados, particularmente si todo iba bien y, de pronto, algo cambió, resalta el experto: “por lo general, son las mamás quienes se dan cuenta de los cambios en su hija o hijo, como por ejemplo en la manera de comer, de dormir, de interactuar, cómo le responde, si su rendimiento escolar ha cambiado, si está todo el tiempo enojado, si no se consuela con nada, si se ha vuelto muy retador”.
En la adolescencia, estos cambios pueden ser inherentes a la edad, “el problema es cuando este tipo de malas contestaciones o de disrupción escolar influyen en la calidad de vida, cuando esto se vuelve algo crónico”.
Otros círculos en los que hay que prestar atención es en donde el menor pasa la mayor parte del tiempo, como en la escuela. “Los maestros y los psicólogos escolares muchas veces son los primeros en notar que algo está pasando, pues notan al menor más temeroso o que no está interactuando de forma adecuada. Si su maestra te llama y pregunta si todo está bien en casa, deberías prestar atención”, sugiere el neurólogo pediatra.
Asimismo, los médicos de primer contacto advierten cuando hay problemas con la salud física o emocional del niño o niña o cuando se ha agregado algún dato distinto, ya que los han venido conociendo a lo largo del tiempo, así que el pediatra puede ser otro de los primeros en detectar una posible depresión.
“Escucha al pediatra, a los maestros y psicólogos escolares porque ellos conocen muy bien a tu hijo o hija. Si te dicen que han notado algo, no lo eches en saco roto. A veces, mamás y papás hacemos oídos sordos y pensamos: ‘eso no puede estar pasando con mi niño, es imposible’. No cerremos esa posibilidad, escuchemos las recomendaciones”.
Dr. Juan Carlos García Beristain, Neurólogo Pediatra.
Evita que el cuadro depresivo evolucione
Cuando un menor presenta síntomas que podrían sugerir una depresión, es necesario que los especialistas lo evalúen para decidir su manejo, explica el experto García Beristain: “el tratamiento depende de cada niño, pues no todo depende de medicamentos. El tratamiento suele ser multidisciplinario, a través de paidopsiquiatras, neurólogos y psicólogos a fin de poder estructurar dinámicas y herramientas para salir del proceso depresivo”.
Cuando el tiempo pasa y no se atiende, pueden aparecer comorbilidades, sobre todo en adolescentes. El neurólogo pediatra señala que es común que estos chicos se enfrenten al uso y abuso de sustancias como tabaco, alcohol y drogas en etapas tempranas. A partir de quinto y sexto de primaria en niñas o niños deprimidos incluso ya se pueden observar trastornos de la conducta alimentaria relacionados con temas emocionales: “como los niños deprimidos no comen de forma correcta, esto puede derivar en anorexia o bulimia; o, por el contrario, hay otros que comen demasiado y empiezan a subir de peso. Este es un dato muy importante: si tu pequeño empieza a tener y modificaciones en la forma de comer, pon atención y consulta con su pediatra”.
Lo que está pasando en el ambiente en el que se desenvuelve el menor –por ejemplo, en casa, con la relación entre sus padres y hermanos– puede influir en la aparición de trastornos depresivos.
La comunicación como clave para fortalecer la salud mental
La comunicación con nuestros hijos es fundamental. El especialista García Beristain sugiere que nos sentemos a platicar con nuestros hijos para entender qué piensan y sienten: “tomemos un tiempo para hablar con ellos. La mayoría de los adultos no lo hacen; ni siquiera lo hicieron en el encierro total por la pandemia, el año pasado, a pesar de que estuvieron en el mismo espacio. Hay que platicar de 10 a 15 minutos y escucharlos sin minimizar sus problemas o las situaciones que están viviendo, porque al hacerlo podemos darles opciones que los lleven a encontrar la solución a los retos que se presentan en su vida”.
Lo segundo que sugiere el especialista es preguntarles qué quieren de nosotros como mamás o papás: “generalmente lo que ellos quieren es pasar tiempo con nosotros y no se los estamos dando. También pregúntate tú ¿qué quieres tu hijo? Poniendo sobre la mesa lo que todos queremos podemos crear estrategias y así estructurar nuestro día a día, y ello nos ayudará a evitar muchos conflictos y situaciones que pudieran derivar en un desbalance emocional”.
Escucha a tus hijos siempre, porque esto te dará la oportunidad de que cuando estén atravesando algún problema, seas tú a quien se lo digan. Ellos tienen secretos y mejores amigos a quien contárselo, pero si confían en ti, es a ti a quien buscarán.
Aunque tienes que ser abierto a escucharlos, recuerda que no eres su ‘cuate’, sino que sigues siendo su mamá o papá. Hazle saber que hay límites y reglas, pero que siempre va a poder contar contigo.
Dedicar tiempo a nuestros hijos es un reto impresionante, pero es la mejor vía para fortalecer su salud mental.
“Aunque no se conocen todos los motivos de la depresión, la ciencia ha demostrado que hay varios aspectos que son muy importantes, por lo que los principales son la herencia (genética), eventos desafortunados de la vida (traumas), alteraciones en sustancias químicas del cerebro llamadas neurotransmisores (principalmente serotonina), entre otros”.
Asociación Psiquiátrica Mexicana.
En una encuesta realizada por el equipo del Dr. Juan Carlos García Beristain a 300 familias, se encontró que durante el confinamiento por la pandemia niños y niñas presentaron insomnio y aumentaron de peso, y lo que les generó ansiedad y depresión fue no poder ver a sus amigos. “La convivencia en pares es fundamental para la prevención de este tipo de situaciones”, dice el experto, de ahí que el no poder ir a la escuela ni convivir con los amigos haya sido uno de los principales detonantes de problemas mentales durante la pandemia.
*Sigue al Dr. García Beristain en sus redes sociales y podcast Cerebros en Desarrollo.